Un patrón de comportamiento
que por desgracia se identifica en muchas personas con las que interactuamos es
la competitividad. Pero, ¿de dónde nace la competitividad?, ¿de dónde nace ese
afán de ser mejor y que los otros sean peores para sentirnos bien?, ¿de dónde
nace esa necesidad que para sentirnos exitosos los otros tengan que ser peores
y tener resultados, según nosotros, peores?
Seguro que te has encontrado
en estas situaciones muchas veces en tu vida. ¿Cómo te has sentido?, ¿cómo has
reaccionado?, ¿has caído en el mismo patrón y has intentado ser mejor o tener
más éxito que otro simplemente para sentirte bien contigo mismo?. ¿Ese
sentimiento de sentirte bien contigo mismo ha durado mucho tiempo?, ¿verdad que
no?
Todo lo que hacemos lo
tenemos que hacer para nosotros mismos, para sentirnos bien con nosotros mismos
y para dar lo mejor de nosotros a los demás (ya sea a través de nuestro
trabajo, relaciones, etc.) Si lo hacemos en una suerte de competición versus
otros nunca llegaremos a sentirnos bien por qué siempre tendremos a alguien con
quien compararnos, y alguien que estará ahí para intentar hacernos creer
inferiores.
La competitividad es una muy
mala compañera de viaje. Pero, ¿en qué se sustenta?, en la falta de seguridad
en uno mismo, en la falta de autoestima. Necesitamos el reconocimiento externo
de los demás por qué no somos capaces de valorarnos a nosotros mismos. Y el
exterior en muchas ocasiones reacciona con la competitividad por qué se siente
atacado, ya que se siente inferior con los logros de otros. Y si entramos en
este juego entonces caemos en una especie de bucle que nos adentra en emociones
nocivas y de repente nos sentimos mal, pequeños, recelosos de los otros y nuestro
nivel de bienestar se ve seriamente comprometido.
Es fundamental trabajar la
seguridad con nosotros mismos para ser capaces de trascender la competitividad.
Si nos sentimos seguros de nosotros mismos no caemos en estos patrones por qué
simplemente no necesitamos el reconocimiento externo (si está pues bien pero si
no está no pasa nada), no necesitamos las alabanzas de los demás para sentirnos
bien. Eso no hace que no nos encontremos con otras personas con esos patrones,
pero simplemente ya no nos afectan. Mientras ellos intentan ser mejores que
nosotros y hasta estudiar técnicas para "robarnos" nuestros clientes
por ejemplo, nosotros estamos haciendo lo que sentimos sin dejar que nos
condicionen, y estamos trabajando para simplemente poder ofrecer nuestros
talentos a los demás. Mientras ellos están focalizados en ser mejores que tu, ellos mismos se hacen pequeños al creerse inferiores a ti, y eso les hace caer
en un pozo de inseguridad y sufrimiento. No se trata de cómo te vean o el
reconocimiento que tengas de los demás, sinó como tú te sientes contigo mismo.
No te dejes arrastrar, tú
vales mucho y tienes mucho que ofrecer al mundo. Concéntrate y pon todas tus fuerzas
en dar lo mejor de ti, hacer tu trabajo lo mejor que sepas y gestionar tus
relaciones mostrándote tal y como eres. Verás que los demás ya no te afectan y
no caes en sus mismos patrones limitantes, y además, eres capaz de alegrarte de
corazón de sus logros que puedes utilizar como motivadores para continuar
avanzando en tu camino. Habrás transformado los logros de los demás en
motivadores en tu camino en lugar de comprenderlos como fracasos o ataques.
Émer Roures
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