¿Te has preguntado alguna vez de dónde nace
tu resonancia con respecto una información, persona, lugar o cosa?, ¿te has
permitido ir un poco más allá, pararte, discernir y sentir de dónde nace?
Es de vital importancia para nuestro
bienestar, equilibrio, paz y serenidad hablar de la resonancia. Te has
preguntado alguna vez ¿me resuena esta información?, o ¿tal vez alguien te lo
haya preguntado?. ¿Cómo actúas ante tales situaciones?, ¿qué sientes en tu
interior?, ¿te has permitido discernir acerca de ello sin dejarte llevar de
buenas a primeras por tus primeras reacciones?.
Después del camino que he recorrido he
comprendido que, de entrada, tendemos a hacer un uso poco consciente de este
término y más aun en su aplicación a la práctica. Para mí es un “arma” de doble
filo. Hasta aquí creo que todos estaremos de acuerdo, todo tiene dos
polaridades y por lo tanto la resonancia también. Podemos resonar hacia algo
desde el consciente o bien desde el inconsciente, de allí nace que no siempre
el resonar con algo lo haga verdadero para nosotros y conveniente para nuestro
Ser. Es muy importante aprender a discernir acerca de esto.
En términos de resonar hacia algo o alguien
lo primero que se manifiesta de nosotros es nuestra personalidad, llena de
creencias, patrones de comportamiento, miedos a lo desconocido, programas
heredados ancestrales, familiares y sociales. Esto es así, es como funciona
nuestro cerebro, primero se disparan los cerebros reptiliano y límbico y luego,
si así lo decidimos, utilizamos el neocórtex que es el que nos permites discernir
y conectar con nuestro sentir, con nuestra esencia. Por lo tanto, es obvio que
de entrada esa resonancia nos puede estar engañando por qué simplemente se ha
manifestado desde nuestro inconsciente, desde nuestras creencias,
programaciones y miedos, y no desde nuestro Ser, desde lo que realmente somos.
Por ejemplo, he comprobado en muchas
ocasiones que cuando se nos habla de dimensiones elevadas, de seres de mayor
conciencia, de ángeles, de amor, etc., esa información siempre nos resuena o es
más fácil que lo haga. Tendemos a dejarnos llevar por ella por qué nos gusta, y
nos resulta más difícil pararnos a reflexionar y discernir acerca de ella. Aceptamos
su veracidad más fácilmente. Es como un mundo “perfecto” al que todos y cada
uno de nosotr@s nos gustaría acceder y disfrutar. Y como creemos que nos
resuena lo aceptamos y no lo cuestionamos tan profundamente como
cuestionaríamos otro tema. Y si además estamos en grupo aun nos resulta más difícil
discernir sobre ella debido a que la creencia de necesidad de pertenencia a un
grupo y la obtención del reconocimiento del grupo la llevamos marcada a fuego
en nuestra personalidad. Y, en estos casos, ir “contracorriente” nos resulta
muy difícil por qué se nos activa el miedo a ser rechazados por el grupo. No
todas las informaciones que a primera vista sean de Luz tienen que serlo,
dentro del mensaje pueden existir grandes mentiras, manipulaciones e informaciones
que busquen tu complicidad, energía, o voluntad. En cambio, cuando se nos habla
de cosas “más terrenales”, por definirlas de alguna forma, o de cuestiones
profundas sobre nuestro origen como raza, historia, etc. que difieren de lo que
nos han contado desde que somos pequeños, nuestra primera reacción no acostumbra
a ser “positiva” (no resonamos), y eso no invalida su veracidad. Cuando accedes
a esos tipos de conocimiento todo tu ser se remueve (por qué se desmonta todo
lo que te habían contada como cierto) y evidentemente no te resuena de buenas a
primeras esa información, aunque no por ello deje de ser menos cierta. Esto
radica en que, como he mencionado antes, nuestra primera reacción viene
determinada por nuestras creencias, patrones de comportamiento y programaciones
limitantes, y, entonces, habla nuestro inconsciente, no nuestro Ser. Por lo que
es de vital importancia para nuestro desarrollo como Seres Humanos libres que
nos permitamos ir más allá de nuestras primeras reacciones y discernamos sobre
lo que realmente sentimos sobre la información o lo que sea que hayamos
recibido. No todo con lo que resonamos, o mejor dicho, con lo que creemos
resonar, resuena realmente con nuestro Ser, o lo que es lo mismo, es verdad. Se
nos intenta “lavar el cerebro” con respecto a seguir lo que nos resuena de
buenas a primeras y a dejar de lado lo que no. Pues bien, no funciona de forma
tan simple el tema de la resonancia.
Aceptar de buenas a primeras de verdadero todo lo que nos gusta o lo que
podría corresponder a nuestras preferencias o lo que, en principio, habla de
Amor, elevada consciencia, etc. es igual de peligroso que no aceptar de buenas
a primeras temas más espinosos que remueven las bases de nuestra personalidad.
Es básico que utilicemos siempre nuestra capacidad de discernimiento (que
activemos nuestro neocórtex) siempre conectada con nuestro sentir por qué sinó
somos carne de cañón fácilmente manipulable.
Cada un@ de nosotr@s tenemos una personalidad que se nos forma los primeros
años de nuestra vida y que se va modificando y reprogramando e insertando nuevos
programas a lo largo de nuestra vida a través de los medios de comunicación, la
sociedad, la ciencia oficial, los estudios, etc. Todo ello conforma nuestro
inconsciente, aquello que nos hace pensar, actuar, hablar y sentir de una
determinada forma de manera automática sin dejarnos tiempo para reflexionar y
discernir a no ser que nosotros ejerzamos nuestra fuerza de voluntad y así lo
hagamos. Pero por otro lado también tenemos nuestra Chispa Divina, nuestro Sol
Interior o como queramos llamarlo y que nos conecta con nuestro Espíritu. De buenas
a primeras estas dos partes nuestras no están conectadas entre sí de forma
consciente y nuestro trabajo es volver a conectarlas conscientemente a través
de nuestro autoconocimiento. Y cuando nos atrevemos a hacer este camino de
autoconocimiento es cuando, poco a poco, conectamos nuestro Ego con nuestra
Esencia de forma consciente, y entonces el ego se torna maravilloso porque es
el que nos permite desenvolvernos en esta vida en auténtica Libertad y
coherencia. Y, ¿por qué explico esto ahora?, pues bien por qué lo creo muy
importante para poder discernir cuando algo resuena realmente con nuestro Ser y
cuando no. Cuanto más nos conozcamos más nos resonaran aquellas cosas que
resuenan con nuestro espíritu, y cuando menos nos conozcamos más nos dejaremos
llevar por nuestras programaciones y creencias.
Teniendo en cuenta lo dicho, lo que nos resuena de buenas a primeras es lo
que a nuestra personalidad le resuena de buenas a primeras, sin más. Todo
aquello que no resuena con nuestra personalidad no nos resonará y entonces lo
intentaremos negar, desacreditar o simplemente ridiculizarlo porque pondrá en
duda aquello que creemos que somos o lo que creemos como nuestra verdad. Hemos
de ser lo suficientemente inteligentes para saber y atrevernos a discernir si
también resuena con nuestro Ser o no. Por eso es muy importante y urgente que
aprendamos a discernir, que aprendamos a escuchar nuestro sentir profundo aquel
que nace de nuestro sol interior, de nuestra esencia, ese que nunca nos engaña
ni traiciona.
Mi modus operandi es dejar en interrogante los temas o cuestiones que no
entiendo, que creo que no me resuenan o bien que cuestionan mi verdad, sin
olvidarlos, nunca los niego y los aprovecho para realizarme nuevas preguntas.
Este proceso me lleva a descartar ciertas informaciones o bien a cambiar mi
visión, siempre des del discernimiento. Os lo recomiendo porque es apasionante,
divertido y muy enriquecedor. ¡Es fundamental tener una mente abierta!
Émer Roures,
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