miércoles, 15 de enero de 2014

El sentir...




Cuán difícil resulta permitirnos escuchar nuestros sentimientos, cuán difícil nos resulta reconocerlos y cuán difícil nos resulta expresarlos...
Nuestros sentimientos más profundos expresan quienes somos, muestran nuestra esencia, nuestro yo más elevado y consciente, muestran nuestros planos superiores aquí en esta vida en este maravilloso planeta Tierra.

Los mensajes de nuestro espíritu y de nuestra alma nos llegan en este plano a través del sentir, a través de los pálpitos de nuestro corazón, como comúnmente decimos "ya me lo decía mi corazón"... Pues es cierto, nuestro corazón "habla", habla con la voz de nuestra alma y de nuestro espíritu y sólo tenemos que estar atentos a sus "palabras".  Es muy fácil, todos las escuchamos pero pocas veces actuamos en coherencia con ellas y eso nos lleva al desequilibrio, al sin sentido, a la infelicidad, a negarnos a nosotros mismos, a no valorarnos, a...

Nuestros sentimientos más profundos definen en realidad quienes somos desvestidos de todo disfraz. Actuar en coherencia con nuestros sentimientos es mostrar nuestra verdadera esencia y eso nos genera miedo a ser rechazados. En nuestra cultura nos han educado para seguir una serie de patrones de comportamiento: las cosas que se supone que están bien que hagamos, las cosas que se supone que toca hacer en cada etapa de nuestra vida, etc. Es como si al nacer tubiéramos la vida planificada y lo correcto para no desentonar es seguir esa planificación que puede que desentone completamente con lo que verdaderamente somos. Entonces comenzamos a ocultarnos bajo creencias y programaciones en forma de caretas que lo que nos hacen es ser uno más del rebaño, y poco a poco vamos desconectándonos de nosotros mismos para ser uno más del grupo, uno más del clan y acabamos viviendo una vida que no es la que queríamos. Y cuando intentamos expresarnos según nuestro sentir el grupo rápidamente se encarga de cuestionarnos y  de sembrar la duda y el ridículo en nosotros. Es como si entre todos nos encargásemos de mantener a nuestras esencias ocultas para evitar desentonar y ser aceptados. Y poco a poco, a medida que vamos avanzando en edad, que no en sabiduría, nuestra autoestima cae, nuestra seguridad cae, nuestro equilibrio se altera, nuestros niveles de estrés aumentan y finalmente nuestra salud se resiente. Y en este camino de desconexión con nosotros mismos generamos dependencias en nuestra relaciones ya que como no nos valoramos necesitamos que otros lo hagan por nosotros. Generamos falsas espectativas en los otros y eso nos comporta decepciones, juicios de valor, enfados, preocupaciones, etc. Esperamos que otro nos haga estar bien, culpabilizamos a otros de nuestro malestar, buscamos el remedio a nuestro desequilibrio en el exterior en lugar de buscarlo en nuestro interior a través de la conexión con nuestro espíritu y nuestra alma mediante el sentir... De repente nuestra vida está "del revés" y lo más grave es que no somos capaces de verlo porque estamos tan atrapados por nuestras programaciones y creencias que no somos capaces de recordar que el poder de cambiar está en nosotros, en nuestro interior. Y que si queremos algún cambio en nuestra vida primero lo tenemos que generar en nuestro interior a través del camino del autoconocimiento para empezar a hacer conscientes esas programaciones y creencias que han tomado las riendas de nuestra vida sin que nosotros seamos conscientes.

Hasta que no nos reconozcamos y nos aceptemos tal y como somos no podremos querernos de verdad y hasta que no nos queramos de verdad no podremos gozar de una vida plena, feliz, llena de paz y de salud. Y el camino para lograr esta preciada y querida meta es el camino del autoconocimiento a través de permitirnos escuchar y expresar nuestros verdaderos sentimientos. Es importante que nos arriesguemos a expresar lo que somos para empezar a fluir con la vida de forma consciente y ésta se llene de alegría y felicidad.
¿Te atreves a ser coherente con tus sentimientos?

Émer Roures
Unitat del Ser

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